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Sobre la mala práctica de no mencionar las fuentes en el entorno digital


Aquellos que difunden las ideas de otros sin citar expresamente a su autor se están apropiando de ellas. Es evidente que se trata de una práctica muy poco ética, que supone una falta de respeto hacia el trabajo de otros colegas y dice cosas muy negativas de quienes la practican. Por el contrario, difundir y mencionar a otros autores se considera un elogio, una forma de reconocimiento al trabajo de los demás y contribuye a generar lazos. La única diferencia está en un pequeño gesto, en una cita.
La cita es tan importante en el ámbito científico que el valor de las publicaciones y el de los investigadores se mide en citas. A más citas, se entiende que más repercusión tiene un trabajo. La cita es además una forma de reconocer que nada se construye desde cero, sino que siempre hay unas bases en el trabajo previo de otros. Se trata de una idea que ha adaptado el buscador Google, que posiciona en mejores lugares los sitios web más enlazados. Entre la gente de letras citar a un autor es una muestra de sabiduría y demuestra haber leído mucho.
Desgraciadamente esta mala práctica se da a menudo en muestra profesión a diferentes escalas y ámbitos, desde la palabra hablada hasta la escrita, pero sucede especialmente en el entorno de los blogs y los medios sociales (recientemente lo denunciaba Ignacio Gallego en el grupo Somos 2.0). Y no es que no haya facilidades para mencionar la autoría, por lo que no hay excusas para no hacerlo.
En el entorno digital los principales medios sociales incluyen alguna manera de reconocer la autoría:
  • En Twitter, retuiteando una publicación o mencionando a la persona o institución desde la que ha llegado una noticia mediante la expresión «vía», seguida del nombre de la cuenta de la persona a la que se quiere mencionar.
  • En Facebook, compartiendo una publicación o mencionando su procedencia, de forma que se incluya el nombre del perfil o página desde la que la has tomado. Igualmente, cuando se comparte una imagen, hay que mencionar la fuente.
  • En Pinterest, repineando una imagen.
  • En un blog, el enlace es la forma más sencilla de citar, pero también se debe incluir la mención al autor. Los enlaces no solo son una cortesía, sino también una forma de que los lectores amplíen contenidos.
  • En una publicación, incluyendo bibliografía y citándola en el cuerpo del texto, después de cada idea.
Puede parecer algo insignificante reproducir esta práctica a pequeña escala y si tomas una idea de otra persona sin mencionar su procedencia quizás no suceda nada. Pero en un detalle tan sencillo y que no cuesta nada está en juego algo tan importante como es tu reputación, incluso la de tu institución, y tus relaciones con otras personas. En el caso de los profesionales de la información, que debemos saber desenvolvernos con destreza en el tratamiento de la información, esta práctica es aún más grave.
Seamos corteses, mencionemos la procedencia de las ideas que difundimos, incluso en los detalles más sencillos. Citar no sólo no nos perjudica, sino que nos engrandece.

FUENTE: Biblioblog

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