¿Qué tipo de consumo practicamos?
Irma Hurtado de Mendoza Torres
Coordinadora del Programa de Sustentabilidad.
El consumo es un factor de gran importancia en nuestro modelo económico, sin él no habría un sistema que produjera los bienes comprables que activan la economía de un país. El desarrollo que alcanzan los diferentes países está, en buena parte, determinado por los niveles de consumo que manifiestan sus habitantes.
Se entiende por consumo el momento en que un bien o servicio produce alguna utilidad a la persona que lo consume, es decir, que lo usa, que lo gasta. “El consumo, por tanto, comprende las adquisiciones de bienes y servicios por parte de cualquier sujeto económico[1]” y su uso.
Desde el punto de vista ambiental, en la actualidad se trata de un sistema rectilíneo que inicia con la toma no planeada a largo plazo de los recursos naturales, para terminar en gran cantidad de desechos, cada vez en períodos más cortos.
Tomando en cuenta los factores de contaminación ambiental y devastación de los recursos naturales que implica el sistema de producción, en la actualidad se habla de consumo sustentable, el cual es coherente con el desarrollo sustentable y consiste en la utilización de bienes y servicios que responden a las necesidades básicas, contribuyen a una mejor calidad de vida reduciendo al mínimo el uso de recursos naturales, materiales tóxicos y emisiones de desechos y contaminantes a lo largo del ciclo vital, sin poner en peligro las necesidades de las generaciones futuras (Ministerio del Medio Ambiente de Noruega, 1994, OCDE, 2002:3).
Uno de los principales factores que discuten en relación con los niveles actuales de consumo, es que éste es desigual, ya que a pesar del aumento de la población en la mayor parte de África, una parte de Asia y de Latinoamérica, los habitantes de los mismos no son grandes consumidores, debido a su pobreza; sin embargo, en parte de América, Europa y una pequeña porción de Asia el consumo es desmedido.
En la actualidad, la cantidad de personas que habitamos el planeta sí genera un consumo que pone en riesgo los recursos naturales que son indispensables para la producción de bienes “necesarios” (que a veces no lo son) para tantas personas.
En consecuencia, se requiere implementar políticas ambientales para transformar el consumo en un proceso sustentable, lo que, necesariamente implica que en la producción también se genere este mismo cambio. Debido a esto, la política ambiental de nuestro país, incluye una producción más limpia y una reducción de residuos, así como la disminución de los niveles de consumo de energía, entre otras.
No obstante, a pesar de que existen políticas y legislación ambiental en este rubro, es un imperativo hacer conciencia cada vez que compramos un artículo “necesario”, ya que también estamos adquiriendo la parte proporcional de energía y recursos naturales que se usaron para producirlo.
Deberemos volvernos muy reflexivos en cuanto a los criterios que usamos para decidir nuestras compras, cotidianas e incluir aspectos ambientales: ¿se contamina al producirlo?, ¿al usarlo?, ¿qué pasa con los residuos que se generan en su uso y/o los empaques cuando ya lo desechamos?, ¿cuántos recursos del planeta acumulamos a través de su producción consumo y desecho? (ciclo de vida del producto).
Podemos observar las consecuencias sociales al comprar un producto: ¿utilizan mano de obra en países pobres, la cual es mal pagada, sin prestaciones?, ¿son dañinos para la salud en algunas de sus fases (producción-consumo-desecho)?
Dentro de las consecuencias económicas: ¿son artículos suntuarios que usamos solamente para obtener un estatus?, ¿dañan la economía familiar?
Si no tomamos en consideración estos aspectos, podemos caer fácilmente en un consumo desmedido (consumismo), en lugar de ejercer un consumo responsable, sustentable.
[1]www.itescam.edu.mx/principal/sylabus/fpdb/recursos/r52430.DOC
Publicado en El Heraldo en la sección: LA IBERO OPINA 26 de noviembre de 2010
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